sexta-feira, 10 de março de 2017

298ª Nota - O dever de ser duro com os inimigos da Igreja


Para aqueles que na sua fragilidade humana se escandalizam, seguem algumas palavras do famoso e combativo sacerdote SARDÁ Y SALVANY, em seu livro O LIBERALISMO É PECADO:

 “Já nos lançam no rosto o faltar com a caridade... Não há, pois, falta de caridade chamar o mal de mal; aos autores, favorecedores e seguidores do mal: malvados; e ao conjunto de todos os seus atos, palavras e escritos: iniquidade, maldade, perversidade.”

“Se a propaganda do bem e a necessidade de atacar o mal exigem o emprego de frases duras contra os erros e seus reconhecidos corifeus, estas podem ser empregadas sem faltar com a caridade.”

“O mal nos deve incitar horror e ódio, e para isto, devemos tratá-lo como mal, perverso e desprezível.”

“As ideias más devem ser combatidas e desautorizadas, e fazê-las aborrecíveis, desprezíveis e detestáveis à multidão, à qual tentam enganar e seduzir.”

“Assim, convém desautorizar e desacreditar seu/s livro/s, periódico/s ou discurso/s; e não somente isto, senão desautorizar e desacreditar em alguns casos suas pessoas. Se eles podem, em certos casos, tornar públicas as suas infâmias, ridicularizar os costumes, cobrir de infâmias nome e sobrenome. Sim, senhor; nós também podemos fazer em prosa, em verso, de maneira séria ou sarcástica, em gravação e por todas as artes e por todos os procedimentos que se podem inventar.”

E citando Crétineau-Joly: “A verdade é a única caridade permitida na história; e poderia acrescentar: na defesa religiosa e social.”

Portanto, aos ouvidos frágeis e cabeças ocas, a caridade, única e verdadeira, é a verdade, pois Deus é Caridade, e Deus é Verdade. Conceber a caridade sem a verdade é uma das adulterações do modernismo e do liberalismo.

É por isto que Sardá y Salvany diz em consequência: “Nossa fórmula é muito clara e concreta. É a seguinte: a suma intransigência católica é a suma católica caridade.” Claro que isto não o entende nem o quer entender o homem de hoje, ou melhor, não lhe parece, pelas influências da atmosfera liberal, politicamente correto. 

(Extraído de um artigo do padre Basilio Méramo)

segunda-feira, 6 de março de 2017

297ª Nota - Os hereges podem governar a Igreja?


Por otra parte, el doctor angélico enseña que ni los cismáticos ni los herejes pueden gobernar la Iglesia: “San Cipriano (Carta 52) dice que aquél que no observa ni la unidad de espíritu, ni la unión de la paz, y que se separa de la Iglesia y de la asamblea de los padres, no puede tener ni la potestad, ni la dignidad episcopal. Aunque los cismáticos puedan tener el poder del orden, sin embargo ellos están privados del de jurisdicción. (…) El poder de jurisdicción (…) no se vincula de una manera inmutable al que lo recibe. No existe luego entre los cismáticos y los herejes; en consecuencia, ellos no pueden ni absolver, ni excomulgar, ni acordar indulgencias, ni hacer nada parecido, Si ellos hacen esas cosas, son nulas. Así, cuando se dice que los cismáticos y los herejes no tienen potestad espiritual, se debe entender por la potestad de jurisdicción” (Suma teológica II-II, q. 39, a. 3).

En la época paleocristiana, los Padres de la Iglesia son unánimes al respecto de la incompatibilidad radical entre la herejía y el soberano pontificado. Ejemplo: el antipapa Novaciano, que era cismático y hereje, fue declarado caído de la clericatura por San Cipriano. “Él no puede tener el episcopado, y si ha sido antes obispo, se ha separado (por su herejía) del cuerpo episcopal de sus colegas y de la unidad de la Iglesia”(San Cipriano: libro IV, epístola 2).

La vía seguida por los católicos fue la siguiente: no deponer un papa, sino impugnar la validez de la elección de un antipapa intruso. El historiador alemán Zimmermann, después de haber analizado una a una las deposiciones de los sucesivos antipapas, resume así los principios del procedimiento: “aparece como perfectamente legítimo alejar a un hereje de su posición usurpada y hacer abstracción, en ese caso, de la máxima jurídica ‘La Sede primera no es juzgada por nadie’”. Lo que se sacaba a un tal papa, no se le quitaba más que en apariencia, pues en realidad no lo había poseído jamás; por esto su pontificado era ilegítimo desde el comienzo y él mismo debía ser considerado como un invasor de la Santa Sede. En las fuentes sobre las deposiciones de papas, se puede leer – todavía más frecuentemente que la suposición de simonía, y sin duda no por azar – el reproche de usurpación (invasio), lo que ponía en duda un pontificado en su raíz, porque se expresaba así que el dicho acusado no había sido jamás ocupante legítimo en la “primera Sede” en la que jamás habría tenido el derecho de considerarse como tal: Es por esto que el término “invasio” aparece regularmente en las fuentes, en tanto que término técnico para un pontificado que es necesario considerar como ilegítimo” (Harald Zimmermann: Papstabsetzungen des Mittelalters, Graz, Viena y Colonia 1968, p. 175).

La misma observación es hecha en el  Diccionario de teología católica (artículo “deposición”): cuando se privaba a los antipapas cismáticos de su oficio, no se les deponía del pontificado, sino, matiz importante, se les quitaba un pontificado que jamás habían poseído desde el comienzo. “De hecho, los papas cismáticos han sido tratados simplemente como usurpadores y desposeídos de una sede que no poseían legítimamente (cf. El decreto contra los simoníacos del concilio de Roma de 1059, Hardouin, t. VI. col. 1064: Graciano, dist, LXXIX, c. 9; Gregorio XV: constitución 126 Aeterni Patris (1621), sect. XIX, Bullarium romanum, t. III, p. 446). Los concilios que los han golpeado no han hecho más que examinar su derecho a la tiara. No son los papas los juzgados, sino la elección y el acto de los electores”.

Sobre a Bula do Papa Paulo IV
“Se había corrido el rumor que por la muerte de Clemente XII, la pena de excomunión aplicada por su bula (In eminenti, mayo 4 de 1738, contra los francmasones) habría quedado sin efecto, porque esta bula no había sido expresamente confirmada por su sucesor. Era ABSURDO pretender que las bulas de los antiguos pontífices debieran caer en desuso si no eran expresamente aprobadas por sus sucesores. (León XIII: Carta apostólica Quo graviora, 13 de marzo de 1826).

La bula de Paulo IV, “válida a perpetuidad” no tiene necesidad de se confirmada por quienquiera que sea. Si ella fue confirmada por San Pío V y San Pío X, era simplemente para que no cayera en el olvido y fuera escrupulosamente observada.

La bula de Paulo IV habría sido abrogada, se oye decir a veces. ¿Pero abrogada por quién? ¿Y cuando? ¡Que se nos cite pues el papa que habría explícitamente abrogado esta bula! Hasta este día, nadie ha podido encontrar un documento así. Esta bula figura oficialmente en el código de leyes de la Iglesia católica. ¡Luego, no ha sido abrogada. Todo lo contrario!

Para que una ley eclesiástica pierda su valor jurídico, hace falta que sea explícitamente abrogada por un papa. “Para que una ley en la Iglesia sea suprimida, es necesario que un documento lo declare expresamente. Esto surge de los 30 primeros capítulos del código publicado por Benedicto XV. Ahora bien, ningún documento oficial suprime la bula de Paulo IV, puesta por el contrario oficialmente en el cuerpo de las leyes canónicas” (P. Mouraux, in: Bonum certamen, nº 80).

Nota: Canon 2.316 (§ 5 de Paulo IV): “Aquél que, de cualquier manera que sea, ayuda espontáneamente y conscientemente a propagar la herejía, o bien que comunica in divinis (= que asiste al culto de una secta no católica) con los herejes contrariamente a la prescripción del canon 1.258, es sospechoso de herejía”.

Nuestro comentario: Si no se enmienda, el sospechoso de herejía, al cabo de seis meses, debe ser tenido por hereje, sujeto a las penas de los herejes (canon 2.315).
(Extraído de um blogue católico)

quarta-feira, 22 de fevereiro de 2017

296ª Nota - Prova da existência de Deus pelo consentimento universal



1. O FATO DO CONSENTIMENTO UNIVERSAL. — A idéia de Deus não é uma idéia reservada aos filósofos e aos sábios, nem uma noção moderna, nem um elemento da civilização ocidental. É uma idéia universal, no tempo e no espaço. Em todas as latitudes e todas as culturas, desde as origens até os nossos dias, os homens, sábios ou ignorantes, afirmaram sua crença na existência de um Chefe soberano do universo. Nem as mitologias, tantas vezes estranhas em que se exprimiu a crença em Deus, nem o ateísmo, pretenso ou real, que se encontra na história, sobretudo contemporânea, podem valer contra o fato do consentimento moralmente unânime do gênero humano. Ora, este fato deve ser explicado.

2. SENTIDO E ALCANCE DO ARGUMENTO. — Não se pode dizer simplesmente que a universalidade da crença em Deus prova a existência de Deus. Até Copérnico, os homens acreditavam unanimemente que o Sol girava em torno da Terra: isto não prova de forma alguma a realidade de um tal movimento. Mas esta unanimidade provava suficientemente que razões sérias e graves (a saber, as aparências, que até Copérnico e Galileu, nada permitia retificar)  existiam em favor de uma tal opinião.

Assim também ocorre no caso da universalidade da crença na existência de Deus. Esta universalidade significa que há razões poderosas e acessíveis a todas as inteligências, em favor da crença em Deus. Por isso, enquanto não se conseguir mostrar que estas razões são desprovidas de valor, poder-se-á estimar que a crença em Deus resulta do exercício normal do pensamento humano, que obedece às exigências racionais. Mas vê-se também daí que é menos a universalidade da crença como tal que serve de argumento, do que a presunção de que uma evidência objetiva age neste ponto para realizar o  consentimento universal.

(Extraído do Curso de Filosofia, Padre R. Jolivet)

terça-feira, 21 de fevereiro de 2017

295ª Nota - Heresia e Perda do Ofício Papal


Pode parecer surpreendente para os católicos que aprenderam a doutrina da infalibilidade papal que um papa, como docente privado, possa, no entanto, cair em heresia e automaticamente perder seu ofício.

Para que não se pense que esse princípio é uma fantasia inventada por “fanáticos” tradicionalistas, ou, quando muito, apenas uma opinião minoritária exprimida por um ou dois autores católicos obscuros, reproduzimos alguns textos de Papas, Santos, canonistas e teólogos.

Os leitores leigos podem não estar familiarizados com os nomes de Coronata, Iragui, Badii, Prümmer, Wernz, Vidal, Beste, Vermeersch, Creusen e Regatillo. Esses sacerdotes foram autoridades internacionalmente reconhecidas em seus campos antes do Vaticano II. Nossas citações são tomadas de seus maciços tratados de Direito Canônico e Teologia Dogmática.

Matthaeus Conte a Coronata (1950) “III. Designação para o ofício do Primado [i.e. o Papado].
1.º O que é exigido por lei divina para essa designação: (a) É preciso que a designação seja de um homem que desfruta do uso da razão; e isto, no mínimo, devido à ordenação que o Primaz deve receber para possuir o poder de Ordens Sacras. De fato, isso é necessário para a validade da designação.
Também necessário para a validade é que a designação seja de um membro da Igreja. Os hereges e os apóstatas (ao menos os publicamente tais) ficam, portanto, excluídos.” …
“2.º Perda de ofício do Romano Pontífice. Isso pode acontecer de várias maneiras: …
c) Heresia notória. Certos autores negam a hipótese de que o Romano Pontífice possa de fato tornar-se herege.
Não se pode provar, contudo, que o Romano Pontífice, como doutor privado, não possa se tornar herege; por exemplo, caso ele negasse contumazmente um dogma anteriormente definido. Tal impecabilidade nunca foi prometida por Deus. Com efeito, o Papa Inocêncio III admite expressamente que um caso desses é possível.
Se de fato uma tal situação acontecesse, ele [o Romano Pontífice] cairia, por lei divina, do ofício sem sentença alguma, com efeito, sem nem mesmo uma sentença declaratória. Aquele que professa abertamente a heresia põe-se a si próprio fora da Igreja, e não é provável que Cristo fosse preservar o Primado de Sua Igreja em alguém tão indigno. Por isso, se o Romano Pontífice viesse a professar heresia, antes de toda e qualquer sentença condenatória (a qual seria impossível mesmo) ele perderia a autoridade dele.”
Institutiones Iuris Canonici, Roma: Marietti 1950. 1:312, 316.

Papa Inocêncio III (1198) “Para esse fim, a fé me é tão necessária que, embora eu tenha pelos demais pecados a Deus somente por meu juiz, é unicamente por pecado cometido contra a fé que eu posso ser julgado pela Igreja. Pois ‘aquele que não crê, já está julgado’.” Sermo 2: In Consecratione PL 218:656.
“Vós sois o sal da terra… Menos ainda pode gabar-se o Romano Pontífice, pois ele pode ser julgado pelos homens — ou melhor, ser mostrado como já julgado —, caso ele manifestamente ‘perca seu sabor’ na heresia. Pois quem não crê já está julgado.” Sermo 4: In Consecratione PL 218:670.

Santo Antonino (†1459) “No caso em que o papa se tornasse herege, ele se encontraria, por este único fato e sem qualquer sentença ulterior, separado da Igreja. Uma cabeça separada de um corpo não tem como, enquanto permanecer separada, ser cabeça do mesmo corpo do qual foi cortada.
Um papa que estivesse separado da Igreja por heresia, portanto, deixaria por esse próprio fato de ser o cabeça da Igreja. Ele não tem como ser herege e permanecer Papa, porque, estando fora da igreja, ele não pode possuir as chaves da Igreja.”
Summa Theologica, citada nas Atas do Vaticano I. V. Frond pub.

Papa Paulo IV (1559) “Ademais, se em algum tempo vier a suceder que algum bispo (mesmo um que atue como arcebispo, patriarca ou primaz), ou um cardeal da Igreja de Roma, ou um legado (como foi mencionado acima), ou mesmo um Romano Pontífice (quer seja antes de sua promoção a cardeal ou antes de sua eleição para ser o Romano Pontífice)  tivesse previamente se desviado da Fé Católica ou caído em alguma heresia, [Nós estipulamos, decretamos e definimos]:
— Tal promoção ou eleição é, por si mesma, ainda que com o acordo e o consentimento unânime de todos os cardeais, nula, legalmente inválida e sem nenhum efeito.
— Não será possível que uma tal promoção ou eleição venha a ser considerada válida ou a adquirir validez, nem pela recepção do ofício, consagração, subsequente administração, ou posse, nem sequer mediante a putativa entronização de um Romano Pontífice, juntamente da veneração e obediência a ele prestadas por todos.
— Tal promoção ou eleição não será, independentemente do tempo transcorrido na sobredita situação, considerada nem sequer parcialmente legítima, de modo algum….
— Todos e cada um dos pronunciamentos, atos, leis, nomeações por parte daqueles assim promovidos ou eleitos — e, de fato, tudo o que daí derivar, seja o que for — carecerá de vigor, e não outorgará nenhuma estabilidade nem poder legal nenhum a quem quer que seja.
— Aqueles assim promovidos ou eleitos, por esse fato mesmo e sem que haja necessidade de que seja feita qualquer declaração ulterior, estarão destituídos de toda e qualquer dignidade, posto, honra, título, autoridade, ofício e poder.”
Bula Cum ex Apostolatus Officio. 16 de fevereiro de 1559.

São Roberto Bellarmino (1610) “Um papa que é herege manifesto deixa automaticamente (per se) de ser papa e cabeça, assim como ele deixa automaticamente de ser cristão e membro da Igreja. Por isso, ele pode ser julgado e punido pela Igreja. Esse é o ensinamento de todos os antigos Padres, que ensinam que os hereges manifestos perdem imediatamente toda a jurisdição.” De Romano Pontifice. II.30.

Santo Afonso de Ligório (†1787) “Se acontecer de um papa, como pessoa privada, cair em heresia, ele de imediato cairia do pontificado.” Oeuvres Complètes. 9:232

Vaticano I (1869), Serapius Iragui (1959) “O que se diria se o Romano Pontífice se tornasse herege? No Primeiro Concílio do Vaticano, a seguinte questão foi proposta: o Romano Pontífice enquanto pessoa particular pode ou não pode cair em heresia manifesta?
A resposta foi então: ‘Firmemente confiantes na Providência sobrenatural, pensamos que tais coisas muito provavelmente jamais ocorrerão. Mas Deus não falha nos tempos de necessidade. Por isso, se Ele próprio permitisse um mal desses, os meios para lidar com ele não faltariam.’ [Mansi 52:1109]
Os teólogos respondem da mesma forma. Não podemos provar a improbabilidade absoluta de uma tal eventualidade [absolutam repugnantiam facti]. Por essa razão, os teólogos comumente concedem que o Romano Pontífice, se viesse a cair em heresia manifesta, deixaria de ser membro da Igreja e, por isso, não poderia tampouco ser chamado de seu cabeça visível.” Manuale Theologiae Dogmaticae. Madrid: Ediciones Studium 1959, 371.

J. Wilhelm (1913) “O próprio papa, se notoriamente culpado de heresia, deixaria de ser papa, porque deixaria de ser membro da Igreja.” Catholic Encyclopedia. New York: Encyclopedia Press 1913. 7:261.

Caesar Badii (1921) “c) A lei atualmente em vigor para a eleição do Romano Pontífice reduz-se a estes pontos: …
Excluídos como incapazes de ser validamente eleitos são os seguintes: mulheres, crianças que não chegaram à idade da razão, aqueles que sofrem de insanidade habitual, os não batizados, os hereges e cismáticos….”
Cessação do poder pontifício. Este poder cessa: … (d) Por heresia notória e amplamente divulgada. Um papa publicamente herege não mais seria membro da Igreja; por essa razão, ele não poderia mais ser sua cabeça.” Institutiones Iuris Canonici. Florença: Fiorentina 1921. 160, 165. (Grifos dele.)

Dominic Prümmer (1927) “O poder do Romano Pontífice perde-se: …
(c) Por insanidade perpétua ou por heresia formal. E isso no mínimo provavelmente…
Os autores, com efeito, ensinam comumente que um papa perde o seu poder por heresia certa e notória, mas se tem o direito de duvidar acerca de se este caso é ou não é realmente possível.
Baseando-se na suposição, todavia, de que um papa possa cair em heresia como pessoa particular (pois, como papa, ele não poderia errar na fé, pois seria infalível), vários autores elaboraram diferentes respostas acerca de como ele seria, então, privado de seu poder. Nenhuma das respostas, sem embargo, ultrapassa os limites da probabilidade.” Manuale Iuris Canonci. Fribourg in Briesgau: Herder 1927. 95. (Grifos dele.)

F.X. Wernz, P. Vidal (1943) “Por heresia notória e abertamente divulgada, o Romano Pontífice, se cair em heresia, por esse fato mesmo [ipso facto] é considerado privado de seu poder de jurisdição mesmo antes de qualquer sentença declaratória da Igreja…. Um Papa que cai em heresia pública deixaria ipso facto de ser membro da Igreja; logo, ele também deixaria de ser o cabeça da Igreja.” Ius Canonicum. Roma: Gregoriana 1943. 2:453.

Udalricus Beste (1946) “Não poucos canonistas ensinam que, fora da morte e da abdicação, a dignidade pontifícia pode ser perdida também caindo numa certa e insana alienação da mente, que é legalmente equivalente à morte, assim como por heresia manifesta e notória. Neste último caso, um papa cairia automaticamente de seu poder, e isso, com efeito, sem a emissão de nenhuma sentença, pois a primeira Sé [i.e., a Sé de Pedro] não é julgada por ninguém.
A razão disso é que, ao cair em heresia, o papa deixa de ser membro da Igreja. Aquele que não é membro de uma sociedade, obviamente, não tem como ser o cabeça dela. Não logramos encontrar exemplo algum disso na história.” Introductio in Codicem. 3.ª ed. Collegeville: St. John’s Abbey Press 1946. Cânon 221.

A. Vermeersch, I. Creusen (1949) “O poder do Romano Pontífice cessa por morte, livre renúncia (que é válida sem necessidade de qualquer aceitação, c. 221), certa e inquestionável insanidade perpétua, e heresia notória.
Ao menos conforme o ensinamento mais comum, o Romano Pontífice como mestre privado pode cair em heresia manifesta. Aí então, sem nenhuma sentença declaratória (pois a suprema Sé não é julgada por ninguém), ele automaticamente [ipso facto] cairia de um poder que todo aquele que deixou de ser membro da Igreja é incapaz de possuir.” Epitome Iuris Canonici. Roma: Dessain 1949. 340.

Eduardus F. Regatillo (1956) “O Romano Pontífice cessa no ofício:
… (4) Por heresia pública notória? Cinco respostas foram dadas:
“1. ‘O papa não tem como ser herege nem sequer como doutor privado.’ Isso é piedoso, mas existe pouco fundamento em seu favor.
“2. ‘O papa perde o ofício mesmo por heresia secreta.’ Falso, pois um herege secreto pode ser membro da Igreja.
“3. ‘O papa não perde o ofício por heresia pública.’ Improvável.
“4. ‘O papa perde o ofício por sentença judicial em razão de heresia pública.’ Mas quem proferiria a sentença? A primeira Sé não é julgada por ninguém (Cânon 1556).
“5. ‘O papa perde o ofício ipso facto em razão de heresia pública.’ Este é o ensinamento mais comum, pois ele não seria membro da Igreja e, assim, menos ainda poderia ser cabeça dela.” Institutiones Iuris Canonici. 5.ª ed. Santander: Sal Terrae, 1956. 1:396.
(Fragmento extraído do blogue Acies Ordinata – Padre Cekada, em “Os  Tradicionalistas, a Infalibilidade e o Papa”:

https://aciesordinata.wordpress.com/2012/10/31/textos-essenciais-em-traducao-inedita-clxx/)

segunda-feira, 20 de fevereiro de 2017

294ª Nota - O Feminismo e a Antimaria



Se existe o Anticristo, haveria também a Antimaria?
Se existe um Anticristo, como dizem as Escrituras, talvez exista também um complemento feminino para ele: uma espécie de “Antimaria”. Mas como ela seria?

Por Carrie Gress — Enquanto fazia pesquisas para o meu próximo livro, The Marian Option: God's Solution to a Civilization in Crisis ["A opção mariana: solução de Deus para uma civilização em crise"], a ser lançado em maio de 2017, veio-me à mente um novo conceito teológico. Eu estava a investigar a noção de Maria como "nova Eva" — uma ideia que remonta aos primeiros padres da Igreja. Maria como nova Eva é o complemento feminino para Cristo, o novo Adão. Na Escritura, São João fala do anticristo como um homem, mas também como um movimento presente ao longo de toda a história (cf. 1Jo 4, 3; 2Jo 1, 7). Isso me fez pensar: se há um anticristo, será que existe também um complemento feminino, uma "antimaria"?
Mas em que consistiria exatamente um movimento "antimaria"?
Seriam mulheres que não dariam valor aos filhos. Elas seriam obscenas, vulgares e iradas. Reagiriam com raiva à ideia de qualquer coisa que se parecesse ou com obediência humilde ou com autossacrifício pelos outros. Elas seriam petulantes, superficiais, maliciosas e exageradamente sensuais. Seriam também auto-absortas, manipuladoras, fofoqueiras, ansiosas e ambiciosas. Em suma, seriam tudo aquilo que a Virgem Maria não é.
Ainda que esse comportamento tenha sido posto como que sob a lente de um microscópio por conta da recente Marcha pelas Mulheres, em Washington [1], a tendência de mulheres mal comportadas não tem nada de nova. Há ampla evidência, no entanto, de que estamos a testemunhar algo, por causa de sua dispersão massiva, bem diferente do vício ordinário visto ao longo da história.
O tratamento que se dá à maternidade é um dos primeiros sinais de que estamos a lidar com um novo movimento. Mães (espirituais ou biológicas) são um ícone natural da Virgem Maria — elas ajudam outras pessoas a conhecerem quem é Maria através de sua generosidade, paciência, compaixão, paz, intuição e habilidade de nutrir almas. O amor de Maria (e o amor materno) oferece uma das melhores imagens de como é o amor de Deus: incondicional, salvador e profundamente pessoal.
As décadas mais recentes da história têm testemunhado o sutil apagamento do ícone mariano nas mulheres reais. Primeiro com a pílula anticoncepcional e depois com o advento do aborto, a maternidade ficou no cepo. Ela se tornou dispensável, a ponto de a cultura geral não dar a mínima quando uma criança é adotada por dois homens.
Toda cultura, inclusive a nossa, sabe quão importante é uma mãe (mesmo nas suas imperfeições) para assegurar uma fase adulta saudável e maturidade espiritual — e nenhuma cultura pode se renovar sem maturidade espiritual. Sim, há muitas pessoas que têm crescido sem mãe, e muitos estão de acordo que, de fato, poucas coisas há que sejam tão trágicas quanto essa. Essas tristes realidades, no entanto, ao invés de diminuírem a importância das mães, apenas fortalecem o argumento de que as crianças precisam delas. Não é por acaso que, com a maternidade tão desvalorizada como está, estejamos testemunhando traumas e transtornos emocionais e mentais sem precedentes em todos os segmentos da população.
Outro sinal impressionante de que estamos em uma era antimariana é que, depois de todo o chamado "progresso" conquistado pelas mulheres, há mui pouca evidência de que essas coisas tenham realmente tornado as mulheres mais felizes. As taxas de divórcio são ainda assombrosas, com 70% dos casos iniciados por mulheres; os índices de suicídio estão nas alturas; abusos de drogas e álcool também; depressão e ansiedade estão em todos os lugares. As mulheres não estão se tornando mais felizes, só estão ficando mais medicadas.

Fonte de dignidade
Poucos em nossa cultura sabem da dívida de gratidão que têm para com o catolicismo pela noção radical de que as mulheres são iguais aos homens. Essa ideia vem especificamente da Virgem Maria. Não veio dos gregos — Aristóteles e outros chamavam as mulheres de "machos imperfeitos"—, não veio do judaísmo — ainda que tivessem um certo status, um movimento maior para promover a dignidade das mulheres nunca chegou a acontecer — e muito menos do islamismo. O pensador William Lecky, acadêmico racionalista do século XIX, não católico, explica:
Não mais a escrava ou o brinquedo do homem, não mais associada apenas a ideias de degradação e de sensualidade, as mulheres ascenderam, na pessoa da Virgem Maria, a uma nova esfera, e tornaram-se objeto de homenagem reverencial, da qual a antiguidade não tem nenhuma notícia… Uma nova personagem foi chamada à existência; um novo tipo de admiração foi encorajado. Em uma idade rude, ignorante e obscurecida, esse tipo ideal infundiu uma concepção de gentileza e pureza, até então desconhecida para as mais orgulhosas civilizações do passado.
Hoje a igualdade entre homens e mulheres nos parece uma coisa óbvia, uma intuição simples que teria qualquer pessoa racional. Mas, se fosse realmente assim, por que então nenhum outro movimento religioso tinha se atentado para esse fato antes? Foi a Virgem Maria quem reverteu os pecados de Eva e propiciou que essa noção, agora tornada lugar-comum, tomasse raízes. O cristianismo, ainda que esteja agora amplamente abandonado pela cultura secular, continua sendo a fonte dessa profunda iluminação.

Nos lugares errados
Hoje as mulheres ainda desejam igualdade e respeito — talvez mais do que nunca —, mas paremos por um instante para observar como elas estão tentando alcançar isso. Elas estão seguindo não a graça de Maria, mas os vícios de Maquiavel: raiva, intimidação, histeria, assédio moral. É esse impulso agressivo que faz a mulher sentir orgulho em ser chamada de "nojenta" [2], sentir-se empoderada por vestir-se como uma prostituta, ou acreditar que uma criança é capaz de destruir a sua vida. Acontece que é precisamente esse tipo de coisas que jamais levará as mulheres à felicidade.
O antimarianismo detém um verdadeiro monopólio em nossa cultura; não há praticamente nenhuma alternativa no espaço público em que as mulheres mais jovens possam se espelhar. Ao invés disso, nós temos Madonna, que em um único discurso é capaz de ao mesmo tempo pedir uma revolução do amor e confessar o seu desejo de explodir a Casa Branca; temos políticas mulheres, que pensam que a única forma de serem eleitas é jurando lealdade a Planned Parenthood; ou Gloria Steinem, que tinha deixado claro, ainda na década de 1980, que sua meta era viver um estilo de vida livre "das amarras" do gênero. Manchetes e vedetes de Hollywood ditam como milhões de meninas e mulheres devem pensar.

Nenhuma mulher é uma ilha
Mas elas não são as únicas atingidas por esse movimento. Homens e rapazes também são profundamente afetados por isso. Eles se sentem à deriva, especialmente quando as virtudes que lhes são mais naturais são mal interpretadas como coisas ruins. Mais do que isso, os homens estão tendo roubada uma compreensão apropriada do eros, ou seja, o tipo de amor animado pela beleza e bondade. É esse tipo de amor que tem povoado a poesia, os sonetos e as canções românticas por séculos. (Não há uma música romântica sequer escrita sobre o amor de um homem por uma mulher arrogante e ranzinza em um terninho.) O eros agora tem sido apagado e substituído por uma forma sórdida de erotismo.
Infelizmente, as mulheres não têm ideia de como podem inspirar os homens através da bondade. Como escreveu sabiamente o arcebispo Fulton Sheen: "Quando um homem ama uma mulher, acontece que, quanto mais nobre a mulher, mais nobre é o amor; quanto maiores as exigências da mulher, mais valoroso deve ser o homem. É por isso que a mulher é a medida do nível de nossa civilização". Uma avaliação das mulheres — em seu estado de transtorno, forte medicação e irritação — revela maus presságios para a nossa civilização, independentemente de qual seja o partido político no poder.
O demônio sabe que todas essas marcas da "antimaria" — raiva, indignação, vulgaridade e orgulho — provocam um curto-circuito nos maiores dons que possuem as mulheres: sabedoria, prudência, paciência, paz imperturbável, intuição e a capacidade para um relacionamento profundo com Deus. Ao contrário disso, o tentador promete poder, fama, fortuna, respeito e prazeres fugazes e estéreis — e, como Eva, as mulheres do movimento antimariano continuam a cair em suas mentiras.
Enquanto muitos já demos vários nós em nossa cabeça tentando imaginar uma solução para esse problema, a verdadeira resposta está em voltar à fonte, voltar à mulher por meio da qual toda mulher ganha a sua dignidade. Não importa o quão forte seja o "espírito da Antimaria", a Virgem Maria continua a ser a mulher mais poderosa no mundo.
Fonte: National Catholic Register | Tradução: Equipe Christo Nihil Praeponere
Notas

  1. Essa manifestação pode ser comparada, mutatis mutandis, aos conhecidos protestos do grupo Femen ao redor do mundo e, aqui no Brasil, às recentes e famigeradas "marchas das vadias".
  2. A autora do texto usa a expressão nasty, referindo-se a um episódio recente das eleições americanas, quando o atual presidente Donald Trump usou esse adjetivo para se referir à sua oponente, Hillary Clinton, durante um debate político. A reação nas redes sociais à frase foi instantânea: inúmeras mulheres manifestaram adesão à candidata democrata, assumindo o adjetivo para si como se fosse motivo de orgulho. A situação lembra o chilique das redes, aqui no Brasil, quando uma revista traçou o perfil de uma mulher como "bela, recatada e do lar".