terça-feira, 15 de março de 2016

152ª Nota - Que é um Padre da Igreja?


¿Qué hace falta en efecto según los teólogos para merecer el título de Padre de la Iglesia y gozar de la autoridad doctrinal que le está adjunta? Cuatro condiciones: una gran santidad, una alta antigüedad, una doctrina eminente y la sanción de la Iglesia. Ahora bien, son precisamente las condiciones que debían dar la inmortalidad y la autoridad a los escritos de los santos Padres en este concurso siempre abierto de que hablábamos hace poco. En efecto, lo requerido para sobrevivir a la multitud de las obras que desaparecen y caen en el olvido es una doctrina pura, expuesta de una manera superior y que reciba el asentimiento de la Iglesia. Ahora bien, los santos Padres tenían una ciencia teológica eminente, es decir el medio de reconocer la fe de la Iglesia y de presentarla en toda su pureza y bajo su verdadera luz; tenían la santidad, por consiguiente una adhesión inviolable a las verdades reveladas y un profundo horror por todo lo que habría deslustrado su pureza; varios sufrieron al martirio antes que negar la fe, todos habrían preferido morir que alterar su integridad. A estas ventajas adjuntaron la de su antigüedad: vivieron en el tiempo en que el dogma comenzaba a desarrollarse y se aplicaron a exponerlo con exactitud y a defenderlo contra las herejías, antes que a desenrollar, como los teólogos lo hicieron desde entonces, la cadena de las consecuencias que contiene. Es por eso que en su lucha contra las grandes herejías la Iglesia entera se colocó tras Atanasio, Hilario y Agustín y sus equivalentes como tras los representantes de la ortodoxia; es por eso que no dejó de hacer uso de sus escritos y profesar una entera confianza en su ortodoxia por la boca de sus Sumos Pontífices, sus obispos y sus teólogos. Los Doctores de la Iglesia que vivieron desde el duodécimo siglo, sobre todo aquellos cuya doctrina fue más especialmente recomendada por los sucesores de San Pedro y que gozan de una gran autoridad en las escuelas católicas —como Santo Tomás de Aquino— pueden asimilarse a los santos Padres; ya que si no tienen este título, es solamente debido al tiempo en que nacieron. Vinieron después de los santos Padres: vivieron en el tiempo en que la filosofía humana, más estudiada, ofrecía sus cuadros a la exposición de la verdad revelada; pero procuraron no enseñar nada que no fuera conforme a la tradición y, al buscar los medios de exponer la doctrina católica con más encadenamiento y precisión, salvaguardaron la pureza de esta doctrina y distinguieron los dogmas de fe y las verdades ciertas de las opiniones dadas a las discusiones de los hombres. Por fin, nuestros grandes teólogos participan en la autoridad de los santos Padres y Doctores de la Iglesia en la medida en que se acercan a ellos por su adhesión a la tradición, por su doctrina y por la confianza que inspiran a los pastores y los fieles.
(Excerto de "El Magisterio Ordinario de la Iglesia y sus Órganos" – Padre J. M. A. Vacant – 1852-1901)