Vuelve a negar la infalibilidad
de aquel que reconoce como papa, el cual, según él mismo dice, puede
arruinar a la Iglesia, lo que supone afirmar que la oración de Cristo por Pedro
– Yo he rogado para que tu fe no desfallezca– no ha sido escuchada. ¡Si
esto no es una blasfemia, qué lo será! Pero sigamos, y dejemos hablar a este
neo galicano: “Unos dicen: los actos de Roma
son tan malos que el papa no puede ser papa legítimo; es un intruso. Por lo
tanto, no hay papa. Otros afirman: el papa no puede firmar decretos
destructores de la fe; por lo tanto, estos actos son aceptables, se les debe
sumisión. La Fraternidad no acepta ni una ni otra de estas dos
soluciones. Apoyada en la historia de la Iglesia y en la doctrina de los
teólogos ella piensa que el papa puede favorecer la ruina de la
Iglesia escogiendo y dejando obrar a malos colaboradores, firmando decretos que
no comprometen su infalibilidad pero que causan un daño considerable a la
Iglesia (…)”.
Pero, para Mos. Lefebvre, no sólo
caen para él en el error los papas conciliares, a los cuales él reconoce como
verdaderos sumos pontífices, sino también Pío XI, lo cual es el colmo: …desgraciadamente, (Pío
XI) era débil, muy débil, en la práctica de su gobierno, y más
bien inclinado a aliarse algún tanto con este mundo. Destituyó no
solamente al Padre Le Floch,...”
¿Quién era el P. Le Floch? Por su
seguimiento a Maurras y por su apoyo a la Action Française, el
espiritano Henri Le Floch, rector del Seminario Pontificio Francés, fue
forzado a dimitir ante el Papa Pío XI. Recordemos que Action
Française se presentaba como un grupo de “tradicionalistas,
católicos y antimasones” que querían sujetar a la Iglesia al interés
nacional, a los dictados del estado francés, pero rechazando la
misión sobrenatural de la Iglesia y supeditándola a una “útil costumbre
cultural del pueblo francés”. Su líder era
un agnóstico declarado: Charles
Maurras, quien diariamente fustigaba a la jerarquía eclesiástica
francesa por su obediencia al Papado y que promovía un “conservadurismo
positivista”, enemigo de la jerarquía y del Papado. Con el
tiempo, fue influida e infiltrada por la Sinagoga judía para
controlar la creciente corriente antimasónica francesa. Se enfrentó a la
Iglesia en Francia, debido a que se desmontó y desenmascaró su contradictoria
ideología. Los maurranianos eran herederos del movimiento
“tradicionalista” iniciado décadas antes por un cardenal de Praga: Jacobo
Shwarzenberg Arenberg, enemigo del Primado petrino y líder de los
obispos contrarios a la infalibilidad papal en el Vaticano Primero.
(Extraído do blogue Católicos Alerta)