Queridos Amigos en Cristo Jesús,
La fe es con frecuencia, en los tiempos difíciles,
puesta a prueba y fortalecida. Lo comprobamos en la Gran Apostasía actual. Como
consecuencia de esta gran apostasía, la Iglesia es ahora un pequeño rebaño en
contraste con el gran número de los que han apostatado y han sido llevados al
cisma conducidos por falsos maestros. Los miembros de la Iglesia remanente
están ahora físicamente aislados de los otros miembros de la Iglesia Una,
Santa, Católica y Apostólica. Nuestras escuelas, antes católicas, ya no lo son
porque en ellas ya no se enseña la doctrina católica. No existe razón para que
sigan llamándose así, porque la verdadera fe ya no se enseña en ellas. Sólo son
escuelas privadas donde se enseñan doctrinas falsificadas. Las iglesias
construidas por nuestros padres y abuelos para la ofrenda del Sacrificio de la
Misa ya no se utilizan para tal fin. En lugar de ello, algunas piezas meramente
simbólicas de la verdadera liturgia han sido incorporadas a la nueva liturgia,
la cual sirve para propagar doctrinas erróneas acerca de la Sagrada Eucaristía.
En verdad en muchos sitios se oyen aún muchas expresiones católicas. Pero, esto
se hace para mantener a la gente engañada. Señoras solteras, antiguas
religiosas, han colgado sus hábitos y se muestran arrogantemente como
“párrocos oficiantes”. En algunos lugares, incluso al sacerdote válido no se le
honra con el apelativo de “Padre” sino con el de “ministro sacramental“,
borrando así cualquier diferencia de género. No habrá impedimento para que los
“ministros sacramentales” sean en el futuro mujeres. Falsificando o negando
totalmente la Sagrada Escritura se ha abierto el camino para extraer
conclusiones escandalosas. Con el antipapa (hoy día) Jorge Bergoglio,
observamos la judaización de la iglesia so capa de un hipócrita «ecumenismo».
La Gran Apostasía es irreversible. Es irreversible, tal como había sido
anunciada en las Sagradas Escrituras. Una vez que se ha consumado, no hay ya
lugar para «volver» a los viejos tiempos cuando los católicos eran numerosos.
Nuestra empeño hoy no debe ser negativo. Es una pérdida de tiempo mirar hacia
atrás a los días en que todos acudían a la iglesia, el domingo, con sus
familias, cuando las monjas se sacrificaban para enseñar en las escuelas, no
sólo conocimientos seculares, sino sobre todo para enseñar a nuestros hijos las
verdades de la Iglesia Católica. ¡Ya no hay monjas católicas! ¡Como tampoco hay
escuelas católicas! Quedan sólo los edificios que a veces llevan nombres de
santos católicos. Una vez que la fe ha desaparecido, el resto también ha
desaparecido. Sólo queda el cascarón vacío de lo que antaño existió. Una nueva
religión, un nuevo espíritu anima a aquellos que abiertamente se llaman a sí
mismos «católicos», pero que son más liberales [Modernistas] que las sectas
protestantes más liberales. ¿Qué pueden hacer los aislados católicos? ¿Cómo
podrán recibir los sacramentos si todo lo que hay a su alrededor son herejes y
cismáticos, modernistas o falsos “tradicionalistas”? ¡Si ninguno de ellos
tiene sacramentos o al menos sacramentos fructuosos! Pero Nuestro Señor no
abandona a los que creen en Él y le aman. Un verdadero católico está unido espiritualmente
en sus pensamientos a la Iglesia Católica Romana. La tecnología moderna
- algunas veces - viene en ayuda de aquellos que permanecen fieles en estos
tiempos de prueba. El ejemplo del centurión [Lc.7,2 ss: “Señor no soy digno de
que entre en mis casa...] debe servir de acicate a quienes están físicamente
separados de los verdaderos sacerdotes católicos. Nuestro Señor curó al hijo
del centurión sin ir físicamente a su casa. Jesús hizo esto a sabiendas de que
no había barreras de espacio y tiempo para Su poder. El otorgó este mismo poder
a sus apóstoles e incluso les dijo que iban a hacer cosas aún mayores que las
que El hizo. ¿Será entonces imposible para un verdadero sacerdote de la Iglesia
Católica Romana acudir en ayuda de los solitarios fieles dándoles las
enseñanzas auténticas de la Iglesia sobre el deseo – sacramenta in voto – en la
recepción de los sacramentos? Sólo aquellos que ignoran la naturaleza del
Cuerpo Místico de Jesucristo no alcanzan a comprender la Misericordia de Dios.
(Mons. LouisVezelis, OFM)